ADIÓS A LA CASA BLANCA COMPLUTENSE
El Grupo en Defensa del Patrimonio Complutense, organización sin ánimo de lucro, publicó en 2010 la Lista Roja del Patrimonio Complutense.
Este grupo se dedica a proteger el indefenso patrimonio histórico de Alcalá de Henares, que es bastante si nos atenemos a dicha lista, y donde hay de todo, desde escudos nobiliarios hasta el empedrado de una calle del s. XVI. Y, cómo no, edificios emblemáticos complutenses que figuran en las rutas turísticas, y también humildes edificaciones que por su antigüedad deben conservarse.
En aquella lista no figuraba el edificio objeto de esta publicación ya que es de propiedad privada, no tenía ningún tipo de protección porque no posee ningún valor histórico artístico, y estaba lejos de encontrarse en riesgo alguno de desaparecer, hasta ahora.
Si algún alcalaíno no ha visto aún Casa Blanca, y no me refiero a la película de 1942 -aunque también la recomiendo-, sino a la finca situada en la avenida de Meco, ya puede apresurarse porque los dos maravillosos edificios que incluye en su extremo suroccidental están a punto de ser pasto de la piqueta, y no parece que el consistorio vaya a evitarlo.

Esta enorme finca, sus muros y las edificaciones contenidas tras ellos son un signo de identidad de la que fuera antigua carretera de Meco, y si se protegiera el paisaje en la ciudad complutense, como se protege el patrimonio de su casco histórico, habría que hacerlo con estos edificios que deben ser de mediados del siglo pasado, y que serán sustituidos por horribles e impersonales chalets, eso sí de diseño muy vanguardista, en la totalidad de la superficie de la finca.
Ambos elementos, edificios originales y vivienda piloto que se construirán masivamente sobre el solar, están a la vista de todos, y sin duda supondrá una degradación del paisaje. La pérdida no se limitará a las edificaciones, sino también a la masa arbórea ya que la finca contiene numerosos árboles añejos. Los más vistosos desde el exterior son los pinos.
Preparaba una publicación sobre esta finca desde que vi colocar las banderolas que promocionaban la inminente construcción de viviendas, y tenía tomadas las fotos a falta de escribir la publicación. Hubiera sido otra más reposada, pero la urgencia exige poner en conocimiento de los complutenses su inminente derribo.

Como al Grupo en Defensa del Patrimonio Complutense, yo también creí que habiendo tanto terreno al menos conservarían los dos edificios para uso de las zonas comunes de la urbanización, y ello me consolaba del triste destino que correría la finca, pero parece ser que la máxima es: no dejes que ningún edificio, tenga la edad y consideración que tenga, te arruine un buen negocio. De ahí que algunos vecinos tras conocer este anuncio, que se hizo hace unos días, hicieran el listado de agravios contra el patrimonio alcalaíno y publicaran unos comentarios kilométricos enumerándolos. He aquí una muestra de ellos y algunos más.
En 1963 se demolió una casa señorial impresionante del s. XVII en la calle Santa Úrsula, y en su lugar se levantó un edificio de viviendas de ladrillo al gusto sesentero de lo más aberrante para acompañar a los dos conventos del s. XVI que hay en la calle.
En los setenta el Palacete de Laredo, de estilo neomudéjar, que deja boquiabierto a cualquier visitante que llegue a Alcalá en tren, también estuvo a punto de ser demolido. Se salvó por los pelos aunque perdió parte de sus jardines y quedó encajonado entre los modernos edificios colindantes que se levantaron sobre los hotelitos decimonónicos que le acompañaban y hacían del Paseo de la Estación el lugar idóneo para eso, para el paseo.
Cayó la frondosa Quinta de San Luis, y la de Cervantes, que tiene los jardines con más encanto de toda la ciudad, también estuvo en el pensamiento de un alcalde arrasarla.
En los sesenta se demolió la iglesia de Santiago, de estilo barroco, para levantar mastodónticos edificios de viviendas en pleno casco histórico.
Y así se han ido sucediendo verdaderos desmanes urbanísticos en nombre de ¿la modernidad?, porque del buen gusto no lo ha sido nunca. Hay tantos ejemplos que se podría escribir un manual de la vulgaridad.

He aquí texto original de la extensa carta publicada en medios digitales por el GDPC (Grupo en Defensa del Patrimonio Complutense) sobre este nuevo atropello urbanístico:
«Se confirmó el peor de los presagios. Por un tiempo, desde que las banderolas de la empresa constructora se enarbolaran en la finca delimitada por la avenida de Meco, Senda Perdida y la calle Ávila, albergamos la esperanza de que se respetaran los soberbios edificios de su extremo suroccidental. Ingenuos de nosotros. Casa Blanca, ese par de edificaciones emblemáticas que no dejan a nadie indiferente en su salida de Alcalá hacia Meco, será también devorada por las fauces del ansia urbanística, ante la pasividad y la autorización, cómo no, de un consistorio que ya nos tiene acostumbrados a estos despropósitos.
Es enorme el daño patrimonial, paisajístico, y urbanístico que desde la explosión demográfica de los años 60 han venido infringiendo sistemáticamente las diferentes corporaciones municipales a nuestra ciudad. Pareciera que el otorgamiento del título de Patrimonio de la Humanidad en 1998 podría atajar ese desenfreno, pero no fue así. Hoy, bien es cierto que afortunadamente no en la medida de la segunda mitad del s. XX, somos continuadores de aquella inercia. Seguimos actuando como si la riqueza patrimonial de Alcalá se redujera exclusivamente a Complutum y al legado de Cisneros. Ellos nos hicieron grandes, y les debemos nuestro esfuerzo por conservarlo. Pero Alcalá es más. Siempre estuvo presente en el devenir de Castilla y España, jugando diferentes papeles, y reflejándose en sus calles. Unas calles a menudo maltratadas por esa ceguera municipal que a lo sumo realiza ejercicios de maquillaje con medidas de artificio como lo que nosotros calificamos de “fachadismo”. Es decir, sacrificar el contenido, la sustancia, y reducirlo a la estampa exterior. Así, el centro histórico camina hacia un gran trampantojo similar al de un plató de cine. Pero fuera del centro, como es el caso que nos ocupa… ni eso. Alcalá, por la complejidad de su desarrollo a lo largo de la historia, no es sólo un centro histórico perfectamente delimitado, sino que las diferentes funciones e instituciones de la ciudad fueron levantando edificios alrededor de la ciudad amurallada en diferentes épocas y conformando su cronología urbanística.

Quizás no podamos evitarlo, al menos en la medida deseable, pero desde luego, no seremos nosotros quienes ejerzamos, mientras tanto, como cómplices de esa pérdida por goteo de la identidad y las singularidades de Alcalá, sino que siempre estaremos aquí para denunciarlo. Y Casa Blanca es una de ellas. Una construcción particular que desde los años 40 destacó por su porte y elegancia a orillas del camino de Meco. Hoy, esta edificación, con un estilo señorial propio de las más destacadas casonas rurales o fincas agropecuarias, tiene firmada una sentencia de muerte que se presagia inminente.
Hacemos un llamamiento urgente a aquellos arquitectos y urbanistas que puedan hacer revertir la situación antes de que sea demasiado tarde: el indulto de dos edificaciones que aportan valor a la ciudad. Deberíamos reparar en el ejemplo del Palacio Laredo, el cual estuvo cerca de ser demolido una vez que fue absorbido por todos esos bloques de numerosas plantas que actualmente lo rodean. Hoy, el Hotel Laredo, junto con otros interesantes edificios supervivientes, son singularidades dentro de un contexto urbano moderno y aportan carácter, heterogeneidad y belleza al espacio en el que se ubican. Del mismo modo, Casa Blanca es la seña de identidad paisajística y arquitectónica que rompe con un paisaje urbano en su entorno que por lo demás carece de interés. Permitir la extinción de estas «piezas de singularidad» no hace más que empobrecer y simplificar visual y arquitectónicamente el paisaje urbano de Alcalá.

Es nuestro más ferviente deseo que esta apelación a la sensatez surta efecto y todos los alcalaínos podamos seguir disfrutando de su magnífica estampa. Por si acaso, apresúrese el lector a contemplar sus interesantes portones, los destacados aleros decorados de sus cubiertas, las magníficas rejas de fachada y ventanas, o la claridad de líneas en esa blancura enmarcada en ladrillo, porque la amenaza de demolición acecha. Mucho nos tememos que pronto, junto a la gran finca anexa, lo verá convertido en otra de esas fabricaciones de chalés en cadena. Un paso urbanístico más de la peculiaridad a la vulgaridad».
Carta escrita por Grupo en Defensa del Patrimonio Complutense
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