EL HOGAR DE LOS CERVANTES EN LA CALLE DE LA IMAGEN Parte II
Con esta segunda parte finalizo las publicaciones dedicadas a la Semana Cervantina de este año, en las que me he centrado en temas relacionados con la casa de Miguel de Cervantes en Alcalá de Henares, fuente inagotable para el cervantismo.
Un aspecto destacable sobre el descubrimiento de la casa está en la identificación documental de la misma por parte de su descubridor, el cervantista Luis de Astrana Marín, que está basada en un documento de 1610 que se encuentra en el archivo del vecino Hospital de Antezana.
En él constan las declaraciones de los testigos Juan Méndez de Contreras, familiar del Santo Oficio; Rodrigo del Castillo, don Alonso Ramírez de Arellano, caballero de la orden de Alcántara; el conocido genealogista don Alonso López de Haro, el bachiller Francisco López de Camarma, comisario de la Inquisición, y otros, que afirman que el licenciado Juan (abuelo de Cervantes) y su esposa, su hija María y demás familia «vivían en la calle de la Imagen, a espaldas del Hospital de Nuestra Señora de Antezana». Y adjunta el poder notarial que desde Córdoba envió el 2 de enero de 1551 a favor de su hija María para la venta de propiedades (Luis Astrana Marín, Op. Cit, Tomo I, cap. VI y VIII)

En la anterior publicación explicaba como el cervantista se disgustó por la «nefasta rehabilitación» que se hizo en la casa del escritor y cómo mostró su enfado dejando de asistir a su inauguración el 9 de octubre de 1956.
Así, se ahorró escuchar los discursos de los defensores de la recuperación como el del marqués de la Valdavia, presidente de la Diputación, y hombre más populista de aquellos días – en opinión del escritor José César Álvarez que presenció aquel acto institucional- quien levantó con su discurso aplausos entusiastas. O el del polifacético diputado Manuel Pombo Angulo que fue el más sufrido y denodado apoyo de la defensa, quien declaró que la obra había sido ejecutada con el máximo respeto que les fue posible.
Señaló el cronista Fernando Sancho que la mayoría de los escasos cervantistas que había en Alcalá por aquel entonces hablaban y escribían en contra de Astrana Marín sin ningún motivo que lo justificase.

En la vivienda de la calle de la Imagen vivió Miguel de Cervantes (1547) con sus hermanos : Andrés (1543), Andrea (1544), Luisa (1546), Rodrigo (1550), que figuran como nacidos y bautizados junto al escritor en el mismo libro de bautismos de la parroquia de Santa María la Mayor.
Esta vivienda había sido comprada por Juan de Cervantes a la Universidad en 1531 y fue residencia de dos generaciones de la familia del escritor, sus abuelos Juan de Cervantes y Leonor Fernández de Torreblanca, y sus padres Rodrigo de Cervantes y Leonor de Cortinas, hasta la separación conyugal de sus abuelos acaecida en 1551, que obligó a repartir los bienes gananciales del matrimonio, como disponía el Fuero Nuevo de Alcalá.
En el citado poder notarial de 1551, que el abuelo de Cervantes envió desde Córdoba a favor de su hija María, se mandaba vender esta casa familiar de la calle de la Imagen, poco antes de salir la familia para Valladolid. Tenía el pequeño Miguel la edad de tres años y siete meses.
Ese mismo año, el licenciado Porcel, profesor de la Universidad de Alcalá, tomaba posesión de la casa tras la marcha de la familia. Según documentos de propietarios posteriores, antes de finalizar el s. XVI el corral de casas de los Cervantes estaba en estado ruinoso.

La Casa natal de Cervantes convertida en museo reproduce un modelo de vivienda castellana del s. XVI.
Según Luis Astrana Marín, cuando los abuelos de Miguel de Cervantes, emparentados con los duques del Infantado, se asentaron en Alcalá de Henares «… en la calle de la Imagen, a espaldas del hospital de Nuestra Señora de Antezana..» lo hicieron con ostentación y «…gran fausto de casa».
Algunos dicen que la causa de que Miguel de Cervantes naciera en Alcalá y no en Guadalajara fue gracias a los pleitos numerosos que el abuelo, Juan de Cervantes, tuvo con los Mendoza en esa ciudad, y a causa de los cuales tuvo que huir a una ciudad lejos de la influencia de sus enemigos, pero lo bastante cerca de aquella para seguir pleiteando.

Las estancias de la Casa natal de Cervantes se organizan en dos plantas alrededor de un patio porticado y recrean las costumbres, gustos y quehaceres cotidianos de los siglos XVI y XVII.
En un extremo del patio hay un pozo con brocal de piedra, que abastecía de agua a la familia.
En la planta baja se ubican las estancias destinadas a las labores domésticas. Es donde se desarrollaba la vida pública y social de la familia, cocina, comedor, sala donde el padre del escritor recibía a sus pacientes y donde se conservan unas pinturas murales del s. XV; y la sala más curiosa de todas: el estrado para las damas que tiene su origen en el s. XIV, donde los hombres no entraban salvo que fueran invitados. En gran parte de la sala se extendía un estrado con las paredes y los suelos entelados, sobre el que las damas se sentaban a la morisca sobre almohadones con las piernas cruzadas o recostaban sobre alfombras y almohadones para leer, tocar música, realizar labores de costura, rezar o conversar. Una representación del mobiliario compuesto de objetos pequeños, como arquetas, escritorios, escabeles y bufetes, un brasero, un torno de hilar, una vihuela y algunos libros pueden verse en esta casa cervantina. Esta planta era la más concurrida en verano, mientras que la planta superior, más soleada, era perfecta para el invierno.

En la planta superior estaban las estancias reservadas a la vida privada, las alcobas y salas de ropa. También se exhibe una sala dedicada a El Retablo de Maese Pedro (Quijote, II, cap. XXVI) y dos salas de exposiciones temporales donde se muestra un importante fondo bibliográfico de ediciones cervantinas de diversas épocas e idiomas.
La calidad del mobiliario de la Casa natal de Cervantes cerámicas, cuadros y objetos de la época, deja ver los años de esplendor en que vivió la familia cuando se instalaron en Alcalá.
A pesar de los aprietos económicos que sufrieron nunca dejaron de aparentar que su situación era desahogada, y no era del todo incierto si se tiene en cuenta la enorme dote cobrada por María, la tía del escritor que vivía con la familia, a los Mendoza de Guadalajara por un matrimonio que no se llevó a término entre ella y Martín «el Gitano».
Conocidas son las listas de joyas, vestidos y enseres que recibió María de su amante Martín Mendoza, el arcediano cañí, hijo de la gitanilla María Cabrera y de don Diego Hurtado de Mendoza, tercer duque del Infantado.
De esta dote exhibía María su rosario o collar de ciento una perlas orientales o «la manga de raso con sesenta e un ojales de oro, en cada uno tres perlas», las joyas que por dos meses contractuales dejó en prenda al prestamista Diego de la Haya -según Cristóbal Pérez Pastor, Documentos cervantinos, t. I, doc. I.

Según Francisco Rodríguez Marín en Nuevos documentos cervantinos, las declaraciones de los testigos a favor de Rodrigo de Cervantes en el pleito de Valladolid dan muestra también de ese tren de vida de la familia en sus comienzos. Así, Cristóbal de Vega, catedrático de la Universidad Cisneriana y comentador de Hipócrates, dijo del licenciado Cervantes y de sus hijos que, mientras vivieron en Alcalá, «…andaban muy bien ataviados e de ricos atavíos e con muy buenos caballeros e pajes e mozos y esclavos, e se trataban con otros caballeros e hijosdalgos, teniendo gran fausto de casa…».
Si hay algo que se puede decir de los Cervantes es que a pesar de su azarosa vida, en que las adversidades les salían al encuentro cuando no eran ellos los que salían a buscarlas, siempre permanecieron juntos.
Y es en Alcalá, la ciudad en la que nació el más luminoso de todos ellos donde se manifestó esa lealtad familiar que la convirtió en hogar al que volver una y otra vez, como hiciera el escritor a lo largo de su vida.
@complumiradas