La fuente de la comandancia

La conocida como «fuente de la Comandancia» está situada en el lateral Este del Colegio de San Ciriaco y Santa Paula o de Málaga.

El colegio fue fundado en 1623 y comparte tapias, jardines y vistas con otro, el Colegio Menor de Trinitarios Descalzos de la Santísima Trinidad. Éste último dio nombre a la calle de la Trinidad Descalza -de la Trinidad para abreviar- punto de encuentro de los dos colegios, cuya historia común está estrechamente relacionada desde que los trinitarios compraron casas y patios en la zona para albergar a sus estudiantes, y en 1626 el colegio de Málaga le cedió un trozo de un corral colindante con los solares que ya ocupaban para que siguieran creciendo.

A pesar de ello su relación en el pasado no estuvo exenta de litigios como los provocados cuando los trinitarios construyeron sus ventanas y buhardillas con vistas a la propiedad del colegio de Málaga, y éste les obligó a cerrar los huecos.

Ambos recintos están comunicados ya que pertenecen a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá, y forman un conjunto arquitectónico inmejorable dentro del casco histórico alcalaíno. Y, además, también comparten las andanzas de esta fuente, que a continuación voy a relatar.

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Precisamente al colegio convento de Trinitarios Descalzos es al que hace referencia el nombre con el que se conoce en Alcalá a esta fuente desde siempre, ya que su ubicación original no es la actual, adosada a muro Este del colegio de Málaga, sino el recodo que forman, unos metros más adelante, la fachada lateral de éste y la entrada de carruajes del colegio vecino.

Un rincón, en toda la extensión de la palabra, cobijado por la fronda arbórea y la hiedra trepadora de los numerosos patios y jardines colegiales que asoman por encima de las tapias.

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Sucedió que en 1836 se suprimieron las órdenes religiosas en España, se cerró el convento y se cedió el edificio al Arma de Caballería por R.O. de 7 de febrero de 1839, convirtiéndose primero en cuartel de caballería y más tarde en Comandancia General del Cantón y residencia del gobernador militar.

En base a dicha orden, no solo el convento de Trinitarios cambió su destino, sino el de once grandes edificios universitarios que fueron cedidos por la Hacienda Pública al Arma de Caballería que fue concentrando en Alcalá sus  depósitos, almacenes y algunos de sus regimientos.

En el artículo «La presencia militar en Alcalá de Henares en el siglo XIX», José Félix Huerta Velayos hace un recorrido por lo que supuso desde el punto de vista social, urbanístico e histórico, la numerosa presencia militar en la ciudad durante ese siglo, y explica que:

«El siglo XIX representa el punto de inflexión en el predominio de las señas de identidad complutenses, la Universidad va languideciendo hasta desaparecer con su traslado a Madrid en 1836 y el Ejército consolida su presencia en Alcalá hasta convertirla en una ciudad cantonal. El paulatino abandono de los colegios universitarios deja sin uso grandes edificios muy aptos para  albergar unidades militares necesitadas además para garantizar la seguridad de la cercana Corte».

En este contexto el nuevo uso castrense del colegio de Trinitarios, que duró siglo y medio, supuso la alteración de algunos de sus elementos arquitectónicos como la iglesia cuya capilla Mayor, crucero y primer tramo de la nave se convirtieron en salón de Actos de la nueva Comandancia Militar para lo que se levantó un muro que dividió el interior de la iglesia en dos zonas, y convirtió el sotocoro en vestíbulo.

En el exterior se abrieron dos balcones, uno en el centro y otro en el rincón izquierdo de la lonja. Las manchas que presentaba la fachada se debieron al desmantelamiento de los escudos originales de la orden situados a ambos lados de la ventana que iluminaba el coro, y bajos éstos un bajorrelieve de la Santísima Trinidad flanqueada por dos blasones de piedra de la orden y del patrono que también corrieron la misma suerte, abriéndose en lugar del bajorrelieve el balcón central.

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La fuente, sin embargo, no entró en escena hasta 1875 cuando fue donada por el Ayuntamiento de Madrid al de Alcalá atendiendo a la solicitud realizada por éste, tras constatar el alcalde complutense que en la madrileña plaza de Santo Domingo, cuando era «plazuela» y la cuesta de su mismo nombre era conocida como «subida o bajada», se encontraba ésta sin uso, según explica el investigador José Carlos Canalda citando la obra de Rafael Fernández López, «Alcalá de Henares. Fuentes documentales para la historia cotidiana de las obras hidráulicas, públicas y otros aspectos urbanos». Universidad de Alcalá (2019) vol.II

Al lado izquierdo de la entrada de carruajes del colegio de Trinitarios, ya convertido en sede de la comandancia se encontraba la fuente.

En la fotografía en blanco y negro de los años sesenta puede verse al soldado haciendo guardia en el lado derecho de la entrada.

Al parecer la fuente en cuestión fue desmontada de su emplazamiento original por el Gobernador Militar de la zona en 1968 alegando motivos de seguridad militar.

Hace tiempo leí que los soldados que vigilaban la puerta estaban más pendientes de mirar a las muchachas que iban a coger agua a la fuente con sus cántaros que de vigilar la entrada. Puede que fueran esos los motivos de seguridad militar a que se referían.

Muchos alcalaínos aún recordarán una caseta de ladrillo visto y dos ventanucos donde hacía guardia el soldado que vigilaba ese acceso de la comandancia.

El acuartelamiento albergó primero la Escuela de oficiales de caballería y la comandancia militar después.

También fue sede del primer casino militar, y Archivo y Repuesto General del Arma. Durante mucho tiempo hubo dos cañones antiaéreos ocupando ambos lados de la lonja que sobresalían sobre el pretil de piedra, dejando bien claro el uso castrense del edificio.

También sobre el arco central del atrio de la entrada se podía leer «Todo por la Patria».

Lo mismo sucedía con el acceso desde la vieja puerta lateral de la comandancia sobre la que había un rótulo que decía «Triunfar o morir», y que bien recordarán aquellos complutenses que, tras cumplir con el servicio militar, acudían cada año como reservistas para sellar su cartilla militar por esta puerta de la calle San Julián.

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Tras desmontar la fuente, según el investigador José Carlos Canalda, fue desechada por el ayuntamiento, siendo su destino, al igual que lo fue la de los Cuatro Caños, el vertedero.

Afortunadamente, fue recogida por el entonces concejal José Calleja y conservada en su finca cerca del viejo Cementerio Municipal, lo que permitió rescatarla, ya en los años 80, y volver a instalarla cerca de su lugar original, donde está en la actualidad.

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En el año 1981, el primer alcalde electo complutense de la democracia, Carlos Valenzuela Lillo (1939-2015), puso en marcha la depuración de las aguas y las conducciones, porque «salía barro del grifo, y había que esperar a la madrugada o hacer grandes colas para coger el agua en las fuentes públicas», según recuerda el cronista complutense Vicente Sánchez Moltó, y se decidió entonces volver a montar la fuente.

Explica Vicente Fernández, un enamorado de Alcalá y su historia, en su cuenta de Facebook, cómo se fraguó el tema de la reposición de la fuente. Un día del año 1980 paseando por la plaza de Cervantes con un grupo de amigos se encontraron con el ex concejal José Calleja, le comentaron que habían oído que tenía la «Fuente de la Comandancia» en su finca, y le preguntaron si estaría dispuesto a devolverla y colocarla en su sitio. A lo que aquel respondió afirmativamente, y además les explicó que la autoridad militar que mandó retirarla tenían intención de enviarla al vertedero, por lo que preguntó si podía llevársela a su finca para conservarla. También les comentó que antes de instalarla de nuevo debería ser vista por los técnicos de bellas artes porque estaba deteriorada (llevaba en su propiedad trece años) y el traslado podría dañarla aún más.

Con el visto bueno dado por la Dirección General del Patrimonio Artístico, según consta en el » Informe de visita para la restauración de una fuente ubicada en la pared exterior del edificio «Fuente de la Comandancia» en Alcalá de Henares (Madrid), el 19 de febrero de 1981, se autorizó su restauración y traslado desde la finca del antiguo concejal.

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La función de la comandancia había sido la misma antes, durante y después de la guerra.

Hasta 1994 en que el antiguo colegio recobró su original condición de edificio universitario, aunque la fuente ya no estaba en su primitiva ubicación.

Poco importaba donde estuviera puesto que el edificio tampoco era ya sede de la vieja comandancia.

Se convirtió en la sede de la Biblioteca Cervantina y del Centro de Estudios Norteamericanos «Benjamín Franklin» de la Universidad de Alcalá. Es como si el estamento militar lo hubiera estado custodiando -bastante bien, dentro de lo que cabe, según los arquitectos que lo rehabilitaron- mientras los estudiantes volvían a ocuparlo.

La vuelta a su uso universitario motivó rehacer algunas de las modificaciones hechas por el ejército y se recuperaron elementos antiguos.

Para el ciudadano de a pie, el cambio más visible fue la eliminación de los dos balcones. Las manchas en la fachada y el lugar que ocupaba el balcón central volvieron a dar paso a los escudos pertenecientes a la orden religiosa que fundó el colegio, a ambos lados de la ventana, al patrocinador, el banquero genovés Octavio Centurión, al arma del ejército que lo utilizó, cuidó y mantuvo durante tanto tiempo, y a la universidad de Alcalá, actual propietaria.

También la redistribución de las numerosas ventanas de diferentes tamaños que se habían abierto en las fachadas y que volvieron a sus reducidas dimensiones originales, todas iguales y perfectamente alineadas como deben ser en un edificio conventual.

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Como se puede ver la fuente es sencilla y de modestas dimensiones, ya que no se trata de una fuente ornamental sino que se diseñó para el suministro público de agua en la ciudad de Madrid.

Básicamente la forman dos elementos, el vaso circular de piedra de granito coronado por dos columnas de piedra caliza de cada una de las cuales sale un caño, y unos restos de molduras en la parte superior. Su encanto radica en su diseño levemente arquitectónico.

Además de los elementos reseñados, el citado informe decía que la fuente se componía de media docena de bloques de piedra arenisca, y mide 1,70×1,50×0,30 m.

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Como ya se ha dicho, y dejando a un lado la trayectoria de ambas fuentes, comparte ésta de la Comandancia dos circunstancias con otra fuente alcalaína muy importante, la de los Cuatro Caños, y es que sus restos una vez desmontada también estuvieron custodiados en la finca del conocido concejal, y que también fueron rescatados del vertedero por él, así mismo las dos conocieron cuatro ubicaciones diferentes en su larga trayectoria de más de un siglo, aunque la primera ubicación de la de la comandancia fue una plazuela madrileña, mientras que las de la de los Cuatro Caños solo conoció emplazamientos en Alcalá.

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Textos e imágenes por @complumiradas

Leído por Isabel Anaya Especialista en Marketing Digital y Diseño Web Estratégico (CEO en Grupo Villa Otium)

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